
Lo más difícil de conseguir y lo más importante a la vez, es que el pollo quede crujiente. Para eso es importante respetar cada una de las indicaciones que os damos.
Primero vamos a limpiar el pollo, trocearlo en pedazos pequeños y lavarlos bien.
A continuación vamos a poner en un cuenco grande agua con sal (aproximadamente un litro). El agua debe estar bien fría (incluso se pueden poner algunos cubos de hielo). Dejar reposar por una hora al menos.
En dos platos amos a preparar los siguiente: por un lado harina y sal y pimienta, por otro un huevo con un vaso de leche (batido).
Poner en una sartén grande aceite a calentar. sacar el pollo del agua fría y pasarlo inmediatamente por el plato con la harina y luego por el del huevo, y luego nuevamente por el de la harina. Esta operación se puede repetir varias veces para formar una costra que quedará más crocante.
Si se quiere se puede usar algunas especies que tengamos en la cocina para darle más sabor a nuestro pollo frito: sésamo, orégano, perejil, picante, semillas diversas, etc. (se pasa por ellas en lugar de la harina en el último momento).
Ahora, ¡a freír los trozos de pollo! Eso sí, cuidado pues el aceite debe estar bien caliente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario