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La mozzarella (o muzarella) es posiblemente, entre todos los quesos, el más conocido en el mundo entero. De todos modos, no en todas partes se le prepara según su receta original, es decir con leche de búfala, sino que muchas veces suele elaborarse con leche de vaca. Ello cambia el producto final, eso es obvio. Cuando la mozzarella se elabora con leche de búfala es mucho más nutritiva que cuando se lo hace con leche de vaca. Ya que con la primera opción concentra más grasa y lactosa.
La mozzarela es un queso de textura suave y color blanco amarillento. Todo eso, junto a un sabor muy poco acentuado, lo cual si bien podría parecer una desventaja, es justamente el gran fuerte de este queso pues puede ser utilizado como ingrediente de una inmensa variedad de platos, sin neutralizarlos.
Por ejemplo, en su versión fresca es sumamente apropiado para ensaladas y bocadillos frescos. Mientras que en su presentación semi-seca es apropiado para platos calientes, de modo de fundirle como en el caso de las pizzas y los burritos mexicanos.
También podemos encontrarle en muchos formatos prácticos: rallado, con forma redondeada, en trenzas o bolitas de tamaño pequeño, por ejemplo.
Muchos de los platos que preparamos diariamente se prestan para la incorporación de mozzarela, así que a animarse y agregarlo con las verduras, pastas, carnes o pescados. Y si se les ocurre algo más, no se detengan. Prueben y prueben.
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