A no quemarse las manitos
Cuando cocinamos a olla, más de una vez necesitamos tomar súper rápidamente la tapa… las razones pueden ser varias: se nos quema la comida, se nos pasa el cocido o la receta así lo indica…
Se la razón que sea, el hecho es que más de una vez nos enfrentamos a la siguiente situación: tomamos la tapa de la olla en un impulsivo y tonto acto de distracción y nos quemamos a puro y pleno nuestros pobres deditos.
Según cuentan quienes han sido testigos presénciales de este tipo de accidentes (hijos, hermanos, esposos, o vecinos que estuvieron presentes al el momento que el tonto accidentado, se quemó la mano) el afectado suele recordar durante el infortunio, tan intensa como pocas veces, a su madre.
Y según los testimonios, el recuerdo de esta importante mujer en sus vidas, no viene solo, sino que es acompañado, por las tantas palabras que aquella mujer les censuró durante la tierna infancia por creerlas “malas”.
Afortunadamente, hay gente astuta que piensa soluciones para todo. Y hay también gente como yo, sin grandes ideas propias pero preparadas para comunicar las ideas de otros. Siempre lógicamente (y en el caso de ser honestas) aclarando que son ideas de otros.
Bueno, en este caso, la gran idea que tuvo otro y yo les comunico es tan sencilla como práctica, y busca evitarnos esas malas pasadas de deditos quemados. Es tan sencilla que seguro pensarán: “por que diablos no se me ha ocurrido a mí”, y la respuesta posiblemente sea que es justamente por ser tan simple, que jamás se te ocurrió.
¿Pero cual es la idea? Bueno se las digo: es colocar en el asa de la tapa de la olla, unos pequeños corchos. ¿Por qué? Pues porque el corcho jamás se calienta y siempre puede tocarse con la mano, incluso en esos grandes apuros. Además el espacio que deja el asa de la tapa de una olla, es demasiado tentador como para llenarlo con tres corchitos de botellas de vino… ¿no les parece?
Via | wakakotakagi.typepad
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